¡ Maldito gato! es lo único que se me ocurrió pensar al ver la factura de su servicio veterinario. Es que tenía que haber muerto hace ya tres años segun la máxima esperanza de la vida que le corresponde. Sin embargo ,creo que no se morirá nunca por el apetito que tiene. Se me ha roto la persiana, el hombre que intentaba arreglarla me cargó la pantalla del ordenador , la cita con el dentista y el precio desorbitado por un implante dental me dejó sin aliento y con las manos temblorosas , el examen pendiente que me aplasta totalmente con el peso del «tengo que estudiar», pero no estudio . No digo nada de lo fregar el suelo , recojer la cocina , llenar la nevera y muchas cosas más de lo que llamamos la vida.
Cambio continuamente mi agenda para resolver todo ello, no llego a tiempo a ningun sitio , corro , corro y corro con ansiedad y pánico por no poder con todo ello.
Llega el fin de semana , yo ,fisicamente tumbada en el sofá, mentalmente sigo corriendo , no puedo pararme, me levanto asustada por no hacer nada , y empiezo ordenar los armários inconsientemente, sin darme cuenta .Me asusto todavía más.
Pues, ¿ es lo que se llama vivir? ¡ No ! Eso se llama luchar , aguantar, resistir . ¡Vivir, no!
¡Basta ya !…dejo el suelo sucio, la nevera vacía , los armários desordenados , al gato hambriento y me voy de excursión para las playas de Mojacar ( Almería) , una escapada para olvidar o , por lo menos, apartarme un poco de ese desastre cotidiano.
Y cuando dos compañeros del grupo me subían por la senda montañosa, casi vertical ,uno arrastrandome de arriba y el otro empujando de abajo , jugandonos la vida los tres (o es lo que me pareció …¡no importa! ) se esfumaron mis ridículas preocupaciones por el suelo sucio y la cocina mal recogida. Me acordé avergonzada del cariñoso ronroneo de mi gato longevo .¡ Que no se muera nunca ! No importa si no aprobaré el examen, lo haré la segunda vez y la pantalla la tengo nueva y más grande, y el implante dental no es algo vital y urgente , más bien es la cuestión de estética , lo que puede esperar.
El fresco y fuerte viento del mar se llevo definitivamente mi ansiedad , pánico y estrés . Ya no tenía ninguna prisa comiendo con un placer enorme mi bocadillo de jamón sentada en la cálida roca de la playa.
Después del paseo de 14 km. subiendo y bajando volvemos al hotel . Yo, con los pies destrozados y sin poder doblar las rodillas , me ducho y bajo, moviendome con mucho cuidado ,para tomar una cervecita antes de cenar.
Me atrajo la música en vivo con el buen ritmo de rock and roll del bar cercano. No entendí nada al entrar . A las seis de la tarde cuando la población nativa se despierta después de la larga siesta del sábado ,los ingleses ya bailaban a lo loco destruyendo totalmente el mito del » té de las cinco». De té … nada , sino un rio de cerveza y vino . La edad media de la gente que llenaba el bar rondaba unos setenta años, Pero …¡ como bailaban! Ni lo imagino como lo hacían en su juventud, si bailan con tantas ganas a esa edad. El ambiente totalmente festivo y libre me cautivó en seguida.
Me costó mucho acercarme a la barra por la multitud de la gente que bailaba por todas las partes. Dos inglesas rubias ,con el pelo quemado y el maquillaje como la pintura de guerra de los comanches, amablemente me hicieron sitio entre ellas.
Después de una caña, mis caderas, como la parte de mi cuerpo menos afectada, empezaron a moverse al ritmo de la música y con la segunda ya estaba bailando con el señor de unos ochenta años . A él no se le doblaban las rodillas ya definitivamente, pero eso no afectó en absoluto sus habilidades para bailar y todavía menos las ganas de hacerlo. Terminando el baile me dió una ligera palmadita en el culo diciendo -«¡ That·s my guirl!»- lo que me llenó de orgullo.
La cena al modo de buffet libre con el vino incluido y una buena conversación remataron un día perfecto. Al levantarme el día siguiente estaba lista para superar un paseo más de 10 km. y, en lo general ,aceptar con tranquilidad todo lo que me va a proporcionar la vida en breve.
Vivir , lo creo yo , no es luchar sino colaborar . Es decir, saber aceptar, ceder y negociar lo que te proponga la vida.
De vez en cuando es necesario incluso imprescindible, poder desconectar de la rutina diaria y poder hacerlo junto al mar es una auténtica maravilla. Un abrazo.
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¡Exactamente !! Para poder ver las cosas de otra perspectiva. El mar, las montañas, aunque sea el jardín botánico…la naturaleza nos cura. Un abrazo.
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He estado en Mojácar varias veces, durante las vacaciones. En agosto no suele haber tanto jubilado bailón. Me alegro que lo pasaras bien, que te olvidaras de las cosas que nos impiden vivir y disfrutar de la vida. Por cierto, lo del gato me ha recordado lo que decía una persona allegada a mí cuando tenía noventa y tantos años, cuando le querían vender algo por teléfono o cambiarle de compañía telefónica, siempre decía lo mismo: «señorita, yo estoy estadísticamente muerto» … Un abrazo, Laacantha.
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jajajaja…¡Cuanta gracia me hizo eso de : “señorita, yo estoy estadísticamente muerto”! Una gran persona , segurisimo . La costa española de los inviernos es para los jubilados del Norte de Europa y de Inglaterra. Lo pasan muy bien. Bueno, era un bar al estilo inglés , en los bares españoles no bailan y todavía menos rock and roll.. Gracias Raúl. Un beso.
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Muy bien hecho, Tatiana.
Eres muy vital y disfrutona. Sabes vivir!!
Besos
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Gracias , Paloma, me gusata viajar aunque sea alguna pequeña excursión. Un beso.
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Vaya, das toda una lección de filosofía vital, aunque tengo la impresión de que a veces te pilla el toro, como nos pasa a todos. Tu receta funciona a juzgar por lo feliz que se te ve en la foto.
Cuando salgo a andar por el monte, me ocurre lo que cuentas en esta entrada. Mi malestar se esfuma e incluso encuentro solución a mis problemas. La naturaleza obra ese milagro.
«Vivir no es luchar sino colaborar. Saber aceptar, ceder y negociar lo que te proponga la vida». Anoto eso. Un abrazo.
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Ese dichoso toro me persigue toda la vida, de momento lo controlo la situación :soy capaz de escapar, esquivar y correr. Me gustó el dicho…no lo sabía,es muy español.
La naturaleza es la mejor medicina…lo cura todo.A mi me gusta también las reuniones con la naturaleza a solas. Lo hago a menudo, la playa o el parque natural al lado de Murcia. Un abrazo
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Anoto -y noto- lo de Antonio. Por lo demás, se trata de vivir. A qué hay que esperar? Un abrazo doble.
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